Las 00:26, y en la tv no hay nada que me mantenga despierto, dos cojines se han aliado y no paran de insistir para que me duerma, siento el fuerte abrazo de mi sofá, pero de momento mis palpados aguantan heroicamente el envite.
Mi cerebro, bueno, más que “mi” cerebro, lo dejaremos en “el cerebro”, hace mucho que dejo de hacer caso a la realidad que me rodea, para centrarse en el subconsciente de su pluralidad.
Las manos se desplazan ligeramente por mi cuerpo, buscando una escapada en el suelo, como si su intención fuera o creyeran que otro cuerpo les espera más abajo. Las piernas se reclinan con vacile, adoptando la primera postura que conocieron en su existencia.
El torso, el gran desangelado, busca forma de escape en esta orgia de fugas, pero sin consuelo, una vez más tendrá que optar entre ser un fiel aliado o un simple chivato.
17 minutos…
Un ruido inesperado, pone en guardia a todos los elementos de mi cuerpo, puedo llegar a percibir como es manipulada la puerta de entrada, como si el picaporte exterior quisiera entrar a conocer a su amigo desconocido.
2 minutos…
De repente, un pequeño ruido da paso a un eterno silencio, solamente vulnerado por el sonido del viento al abrir lentamente la puerta de entrada, en ese momento, como si de un fantasma se tratara, levitando, puedo llegar al refugio de una columna maldecida tanto tiempo por mi, la cual ahora es mi única vía de escape.
1 minuto con 45 segundos…
Entre las sombras que proyecta mi querida SONY, puedo apreciar el antiguo candelabro, herencia de mi olvidada abuela, el cual puedo alcanzar sin grandes complicaciones, y como si de un fusil de asalto se tratara, en guardia me sitúo.
38 segundos…
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete, los voy contando uno a uno los pasos de un desconocido, en el número ocho, diviso un rostro aterciopelado, el cual le da un negro pasa montañas, quizás 4 cm más alto que yo, pero al andar un poco inclinado, no sabria decir su altura, viste totalmente de negro, jersey tipo vigilante de seguridad y pantalón simulando a un militar, calza unas Pumas negras, guantes de goma y un olor que tardare tiempo en olvidar.
3 segundos…
Tres segundos para dar totalmente liberta a mis brazos cargados con el candelabro, el cual estimo unos 4 kg de peso, mis piernas se cargan como si un salto fuera a dar y el desangelado torso entra en funcionamiento, dando la orden a los brazos de que se abalancen contra el rostro aterciopelado, 2 segundos viaja el candelabro desde la parábola de mi cabeza hacia impactar totalmente en la parte superior del cráneo del cuerpo misterioso, como si de un helicóptero se tratara, al intentar aterrizar en un punto sin hélices.
2 segundos…
Un solo golpe, certero,… y al suelo… los 81kg que pienso que pesaría.
1 segundo…
Aun me entra más miedo cuando visualizo, que a unos 57 centímetros del cuerpo, lo que parece ser una pistola, rápidamente la cojo y emulando a cuando tenía 9 años, la empuño con un avergonzante titiriteo.
Tras un corto periodo de tiempo, dejo la pistola en la mesa y haciendo patente mis dotes de buen montañero, amordazo el cuerpo.
1 minuto…
Se respira paz, pero esa paz detonante, que solo se vive en ciertos momentos de la vida…
Mi móvil encima de la mesa, un cuerpo inerte en el suelo, que pensaría incluso muerto, si no pudiera apreciar las contracciones de sus pulmones y a la derecha de mi sofá, una pistola supuestamente cargada sobre el cogin…
10 minutos…
Cojo el móvil, un Samsung Galaxy , comienzo a marca el 091… pero cuando voy a darle a llamar, algo me pasa por la cabeza sin control, cuelgo, dejo el móvil bastante mas rápido de que cuando lo cogí y sin pensarlo… cojo la pistola…
Esta es mi odisea... la ODISEA DE BOPO
Dicen que la Odisea consta de 24 cantos escritos por Homero, que narra las aventuras de la vuelta a casa de Odiseo (Ulises), pero buscando en submundos de bibliotecas escondidas en mentes fantasiosas, he podido descubrir el vigesimo quinto (25) canto, pero esta vez, este, narra las desventuras de Bopo (Bopo)...
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